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[Lecturas] Jueves 5 febrero 2015

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Jueves 5 Santa Águeda Laudes: Sal 142; Cant. Is 66, 10-62, 5; Sal 145 Vísperas: Sal 143 I; Sal 143 II; Cant. Ap 11, 17-18.12, 10b-12a

PRIMERA LECTURA
Se han acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18-19.21-24
Hermanos:
Ustedes no se han acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni han oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Y tan terrible era el espectáculo que Moisés exclamó: «Estoy temblando de miedo». Ustedes se han acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a la asamblea de innumerables ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel. Palabra de Dios.

Salmo responsorial
47, 2-4.9-11
R. Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo.
Grande es el Señor, y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios. Su monte santo, una altura hermosa, alegría de toda la tierra. R.
El monte Sión, vértice del cielo, ciudad del gran Rey. Entre sus palacios, Dios descuella como un alcázar. R.
Lo que habíamos oído lo hemos visto en la ciudad del Señor de los Ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios, que Dios ha fundado para siempre. R.
Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo: como tu renombre, oh Dios, tu alabanza llega al confín de la tierra; tu diestra está llena de justicia. R.

EVANGELIO
Los fue enviando
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 7-13 En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: —«Quédense en la casa donde
entren, hasta que se vayan de aquel sitio. Y si un lugar no les recibe ni les escucha, al marcharse sacúdanse el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
El pueblo de Israel es el pueblo escogido por Dios. Había conservado la fe en el verdadero Dios, en medio del paganismo universal. Por eso, los primeros apóstoles son enviados ante todo a salvar las ovejas que perecieron de la casa de Israel. Jesucristo nos enseña con esta recomendación una táctica de apostolado. Hemos de empezar nuestra actuación por los ambientes más próximos. Será más fácil la actuación entre ellos. Pretender convertir a los más alejados, a los incrédulos antes que a los cristianos que, en medio de sus defectos, cumplen con las obligaciones elementales de la religión, sería peligroso. Ganemos primero a los que tienen puntos de contacto con nosotros. Ellos nos ayudarán, después, como preciosos auxiliares para ganar a los demás.
“Den de balde, lo que de balde reciben”. Todo lo que tenemos lo hemos recibido de la mano de Dios. Lo mismo las cualidades naturales que las gracias sobrenaturales, son beneficios de Dios. No hemos, pues, de enorgullecernos por ello. Si hemos recibido mejor formación, beneficio de Dios ha sido, que no obra nuestra. Lo hemos recibido de balde. “¿Qué tienes que no hayas recibido?”, exclama el apóstol. “Y si lo has recibido, ¿Por qué te enorgulleces como si fuese cosa tuya?”.
Jesucristo quiere que sus seguidores tengan absoluta confianza en él, en su Providencia. Dios, que cuida amorosamente de los lirios del campo y de las avecillas, cuidará mejor de sus apóstoles para que no les falte nada de lo que necesitan para sí o para el ejercicio de su ministerio. El distintivo de los grandes santos de la historia cristiana ha sido siempre la confianza absoluta en la providencia divina.
Muchas veces nos preocupamos demasiado de los recursos económicos para nuestras obras o de las quiebras económicas que podemos sufrir si nos dedicamos por completo a Dios. El Señor nos enseña a confiar en su providencia. Ni nos faltará nada a nosotros ni faltará lo que sea realmente necesario para llevar a cabo nuestra misión de verdaderos seguidores de Jesús, si buscamos en ella exclusivamente la mayor gloria de Dios.
Suena dura la consigna que da Jesús a sus apóstoles: “Y todo el que no les recibiere y no oyere sus palabras, al salir fuera de la casa o de la ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”. ¡Ay de aquellos que se resisten con dureza a la gracia de Dios! Dios da a todos gracias suficientes para que se conviertan y se salven. Pero quien concientemente desprecia las gracias divinas cae en el peligro de sufrir consecuencias: las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron devoradas por fuego del cielo. Pero la buena noticia es que hay salvación gratuita para quienes la deseen. Y esta salvación es fruto de la providencia de Dios que quiere lo mejor para nosotros, porque nos ama con amor incondicional y eterno.

Oración: Concédenos, oh Padre, reconocer en tu Hijo tu rostro de amor, la Palabra de salvación y de misericordia, para que podamos seguirlo con un corazón generoso y lo anunciemos de palabra y obra a quienes esperan el Reino de Dios y su justicia. Amén.

Propósito del día: Vencer el consumismo y la confianza en los medios humanos, en los cuales, muchas veces, la confianza en Dios se margina.

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